¿Por qué no me dicen la verdad?

¿Por qué no me dicen la verdad?

Por José Luis Torres

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Sinopsis

Muchos años después, en el barrio de mi infancia encontré algunas respuestas a preguntas que todavía me seguían asaltando: ¿Por qué no fui más liberal, más crítico, independiente, creativo o emprendedor? ¿Por qué aprendí adesvelarme, a mentir, engañar yhacer trampa? ¿Por quénologrésermáspuntual, ordenadoydisciplinado? En ese viaje quise saber si en mi educación saqué tache opalomita, si pasé de año o viví medio siglo repitiendo los mismos errores. Si llegué libre de pecado o sigo condenado; si en el recuento de los años gané o perdí. Me enseñaron a obedecer, a portarme bien, a memorizar las tablas y los hechos de los héroes que nos dieron patria y libertad y, cuando violé las reglas sufrí castigos. Me enfrenté a muchos fantasmas: niñas arañas, mariposas negras, charros sin cabeza, robachicos, chavos gandallas y maestras pegalonas. Sufrí el espanto de las almas en pena y los gritos de la llorona. Cachirulo, Capulina y el tío Gamboín, me dieron calma, pero Combate, Los intocables y las luchas del Santo me quitaron el sueño. Casi todo me condenaba: robar, mentir, fornicar, copiar o desear a la mujer de mi prójimo. Echar la flojera o comer mucho también eran pecados. Solamente la confesión, el arrepentimiento y el juramento de volverme bueno, me salvaban del castigo eterno de terminar en el fondo de la tierra o encerrado en una correccional para menores. Y de nada servía rezongar o llorar. A veces, el ingenio de la gente del barrio me ayudó a soportar los dolores del crecimiento. Otras veces, tantas mañas me complicaron la existencia. Por suerte, tuve muchos hermanos y muchos amigos y convivimos en una época con poca tecnología, pero con mucho tiempo y un camellón grande para jugar a las olimpiadas, béisbol o bote pateado.

José Luis Torres