José Domingo Rodríguez

José Domingo Rodríguez

Patrimonio artístico

Por Juan Ricardo Rey-Márquez

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Sinopsis

José Domingo Rodríguez hace parte de la prolífica generación de artistas formados en la Escuela de Bellas Artes durante los inicios del siglo XX. Aun cuando parte de su obra escultórica se encuentra en el espacio público de nuestra ciudad, y otra más es constitutiva de la colección del Museo Nacional, su nombre no ocupa precisamente un lugar relevante en los libros de historia del arte local. Las razones de esto pueden ser diversas. Olvidado por quienes han escrito hasta hoy esas páginas, condicionado por las posibilidades reales de producir su obra con independencia de su labor como docente o quizás opacado por la atención dada al advenimiento de las vanguardias artísticas, lo cierto es que la inexistencia de estudios sobre este escultor ha conllevado no solo el desconocimiento de su trabajo en el campo de las artes, sino la ausencia de una valoración seria de su legado escultórico en el ámbito del patrimonio cultural. Juan Ricardo Rey-Márquez nos ofrece, a través de la publicación que hoy edita el sello editorial del IDPC, una nueva perspectiva. En las páginas siguientes se nos revela al joven José Domingo Rodríguez llegado de Santa Rosa de Viterbo a la Escuela de Bellas Artes en la capital, en la que participaría activamente en los debates y apuestas para su mejoramiento; así como al artista e intelectual amigo de personalidades tan disímiles como Germán Arciniegas, Jorge Eliécer Gaitán o Laureano Gómez. Mediada por discusiones aparentemente distantes de nuestro tiempo, pero definitivamente tan actuales como las de la pureza de la raza y los nacionalismos, en la obra de José Domingo descansa una fuerza revolucionaria. Su participación en el sindicato de artistas, su actuar independiente con respecto a cualquier grupo o movimiento artístico, y la generación de obras que retoman figuras campesinas, alegorías indígenas o de corte agrícola nos sitúan en un campo fértil para, como señala Juan Ricardo Rey-Márquez, construir su memoria en el olvido. Refrescar las formas en que se ha escrito la historia, en este caso la del arte, permite transformar los puntos de vista que parecían inamovibles y estables, y darle otra dimensión a su reconocimiento dentro del campo del patrimonio cultural. Así como José Domingo Rodríguez hace parte de esta reescritura, desde el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, esta publicación invita a indagar por otros casos que aún se encuentren ocultos o simplemente en el olvido, a la espera de un ejercicio crítico de valoración.

Juan Ricardo Rey-Márquez